Señor Director:
Durante los últimos días hemos visto como distintos sectores político-sociales han levantado legal y mediáticamente una acusación constitucional en contra del actual Ministro de Educación Harald Beyer. Analizando el contexto (Elecciones 2013) y los argumentos presentados por los parlamentarios quienes presentan el libelo, podemos llegar a tener serias dudas respecto el real interés en el uso de este recurso fiscalizador, pasando de una manera de “hacer justicia” hasta la politiquería en su máxima expresión.
Si bien no es intención defender al Ministro Beyer puesto que se puede reconocer su falta de acción en ciertos temas, como por ejemplo lo sucedido con el informe del lucro que presentó la Cámara de Diputados el año pasado, sí se puede decir que a pesar de que Beyer no es el “héroe” de la educación ni mucho menos quien “más ha hecho”, tampoco es quien menos se ha intentado esforzar en poner en práctica ciertos cambios que han provenido –hay que decirlo- desde el mundo estudiantil.
No podemos acusar al Ministro Beyer de ser “sordo y ciego” si nosotros mismos estamos siéndolo al lapidarlo a él casi como el único culpable de lo sucedido en materia educacional. Ministros de la Concertación y los otros dos Ministros de Educación que tuvo este gobierno también fueron parte del problema y no muchas veces de la solución y no sólo eso, si no que el Ejecutivo y el Parlamento en su conjunto fueron quienes realmente no pudieron ser capaces de levantar las fiscalizaciones, los proyectos de ley y las regulaciones necesarias como para poder cambiar o al menos mejorar la alicaída educación chilena.
No solucionan el problema de fondo, no se presentan proyectos de ley acordes a las peticiones del mundo estudiantil, frenan y sacrifican a Beyer para acallar al mundo estudiantil (para hacer creer que algo se está haciendo) y mucho más grave, se aplauden tales prácticas. Ciudadanía, mucho ojo.
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